Siempre quise esa cosa que anuncian en todos lados. Por fin sacaron una promo a meses sin intereses. La única condición es que lleve a mi compadre Hugo a firmar conmigo. El documento dice que si yo no pago, él me respalda. Y para garantizarlo, deja la factura de su camioneta.
¿Suena ridículo? Pues en rentas inmobiliarias es algo normal. En este caso, Hugo sería mi fiador. Y como dice el dicho, “un aval es un tarugo con pluma”. En mi pueblo le dirían de otra forma, pero en términos simples es alguien que se compromete a pagar por un contrato o crédito que no es suyo.
En plena era de la información y tecnología, México es de los países en los que el fiador o aval sigue siendo requisito común para arrendar un inmueble. Seguramente te lo pidieron cuando aplicaste para tu primer depa y tuviste que pedirle el paro a tu tío rico. Pobres foráneos que no tienen a alguien de confianza con un bien raíz en la ciudad.
Mientras en otros países como Canadá existe un impuesto a la vivienda vacía, aquí hay quien prefiere tener una casa desocupada que arriesgarse a rentarla.
Dicen que la burra no era arisca. Esta desconfianza está fundada en las malas experiencias de algunos propietarios (buenas para sus abogados). Las razones más comunes suelen ser […]
Continúa leyendo el artículo completo en: Expansión | Revista Obras